
Entre polémicas por cambios de etnia y raza a distintos personajes, una dificultosa y tardía producción y una Warner desesperada por revivir la saga, la nueva versión de HBO de la icónica historia de magia aún no se ha enfrentado a su mayor desafío, las controversias e infamia de J.K. Rowling.
Hace poco más de 2 años, específicamente el 12 de abril de 2023, la nueva serie de Harry Potter fue anunciada oficialmente durante un evento de presentación del servicio de streaming Max (antes HBO Max, actualmente solo HBO), por parte de Warner Bros. Discovery, en un movimiento de marketing extremadamente fuerte, siendo el propio CEO de la empresa, David Zaslav, quien expresó su entusiasmo por “revivir esta franquicia”, afirmando que se gastaría más de 200 millones de dólares por temporada. Sin embargo, incluso en este contexto, en esta revelación hubo un anuncio que destacó por sobre los demás, J.K. Rowling formaría parte del desarrollo y creación de esta nueva versión serializada, ejerciendo como productora ejecutiva y consultora con respecto a los guiones.
A pesar de que el arduo proceso de su rodaje comenzó recientemente en julio del presente año, y aunque podría parecer que otros anuncios y problemas de producción que han cubierto medios como The Guardian y Variety -entre los que se encuentran los cambios de etnia de ciertos personajes como la reinterpretación de Severus Snape por el actor negro Paapa Essiedu o los retrasos y presiones de una producción acelerada– podrían ser los desafíos centrales, la polémica en torno al regreso Rowling ha opacado por completo estos asuntos. El hecho de incluirla -en primera instancia- generó una ola de críticas, debates y conversaciones alrededor de la incendiaria figura de la autora. Su posicionamiento respecto a las personas transgénero y su constante re-imaginación de conceptos ya establecidos de la saga, dividió a una fanaticada que se encuentra preocupada por el riesgo reputacional que pueda sufrir la saga y su próxima serie debido -principalmente- a Rowling.
Para Juan Pérez, magíster en Audiencias y Comunicación Política de la Universidad de Chile, diseñador gráfico profesional y ex actor, diseñador, escenógrafo y productor, resulta evidente por qué la controversia que rodea a J.K. Rowling se ha convertido en el foco principal de las discusiones sobre la nueva serie, desplazando incluso otras preocupaciones creativas y logísticas. La percepción pública de riesgo reputacional de la producción está hoy más vinculada a la imagen de la autora y sus declaraciones que a decisiones como cambios de casting o los plazos de rodaje.
Según el experto, la estrategia de Warner Bros al enfrentarse a este desafío mediático representa un riesgo calculado y premeditado. Comunicacionalmente, la polémica en torno a Rowling podría convertirse en un factor que atraiga atención mediática hacia el estreno de la serie. Pérez indica que la confrontación ideológica con la autora pareciera haber sido considerada como una pieza dentro del rompecabezas de marketing de Harry Potter, evaluada como un riesgo controlado cuyos resultados están siendo monitoreados.
Para conocer cuáles son los ámbitos que han llevado que la propia interferencia de Rowling en una adaptación de su obra sea polémico se debe tener en cuenta factores mencionados por el experto, mediáticos, entretenimiento y de redes sociales vinculadas a la autora y que concentran el desafío que representa Rowling para la futura serie a nivel comunicacional.

De heroína a controversial…
De heroína a controversial: el posicionamiento en contra de las personas transgénero
A inicios de los años 2000, J.K Rowling ya era considerada una de las autoras mas conocidas, importantes e influyentes de la literatura británica. Según la charla y chat online de la BBC -desarrollado en 2001 con la propia Rowling- titulado “Red Nose Day”, se concebía a la autora como un símbolo de perseverancia de escritura feminista y rebelde, posicionándola como la escritora del libro de literatura infantil más popular jamás hecho, Harry Potter. Este ámbito continuo por muchos años, recibiendo incluso una cantidad variada de premios como Ripple of Hope y los PEN/Allen Foundation Literary Service Award en reconocimiento por su filantropía, su compromiso con la lucha de los derechos humanos y en contra de la censura.
Cómo indican las cronologías informativas realizadas por medios como The Week y The Indepdendent, no fue hasta la masificación de la red social Twitter (conocida hoy como X) que el público comenzó a conocer un lado más “impropio” de lo que se estimaba hasta ese entonces de la autora.
Entre distintas publicaciones sobre múltiples tópicos, Rowling comenzó a alterar la imagen de autora heroína casi intocable que había construido durante décadas. Desde declaraciones tardías como que Albus Dumbledore era homosexual —dato que nunca se menciona en los libros— hasta asegurar en 2015, que los magos de épocas antiguas se limpiaban sus necesidades fisiológicas con sus propias túnicas antes de la invención del sistema de alcantarillado, o sostener que Hermione Granger siempre había sido un personaje “interpretado como negra” en su visión personal, la autora generó incomodidad incluso entre seguidores fieles. Estos gestos, que en un inicio parecían intentos de ampliar o diversificar el canon, fueron percibidos en redes sociales como añadidos improvisados que debilitaban la coherencia narrativa de la saga y, con el tiempo, se convirtieron en parte del caldo de cultivo para las críticas más duras que vendrían después.
El punto de inflexión llegó en 2019, cuando la autora comenzó a dar “me gusta” y difundir publicaciones de activistas feministas radicales trans-excluyentes (TERF), como Magdalene Burns. Ese mismo año, Rowling defendió públicamente a la investigadora Maya Forstater, cuyo contrato no fue renovado tras emitir comentarios transfóbicos.
Según reportó en su día la periodista Annika Joy, en junio de 2020, Rowling publicó una serie de tuits en los que criticó e ironizó sobre un artículo particular que utilizaba la expresión “personas que menstrúan” en lugar de “mujeres”.
A este hecho se le agrega el lanzamiento de un extenso ensayo en su sitio web personal llamado “TERF Wars”, en el que defendía y sostenía que las políticas transgénero ponían en riesgo los derechos de las mujeres, posicionamiento que mantiene hasta el día de hoy y que incluso la ha llevado a financiar proyectos, campañas y eventos anti-trans, esto según reporta MSNBC. Su discurso a sido duramente criticado por organizaciones de derechos humanos, activista e incluso por artistas y creativos del medio del entretenimiento, como los son Dadiv Tennant, Pedro Pascal y Stephen Fry.
Distintos medios británicos como BBC y The Guardian han documentado al completo cómo esta transformación en el discurso de la autora deterioró la relación con su base de fans más leal, en especial la comunidad LGTBQ+, que históricamente encontró en Harry Potter un espacio simbólico de diversidad e inclusión. En la práctica, Rowling pasó de ser considerada una “autora progresista” a convertirse en una de las voces más prominentes del feminismo radical trans-excluyente, generando un efecto de rebote que hoy condiciona cada proyecto asociado a su nombre.
Cabe añadir que, todos estos sucesos ya han arrastrado a prominentes figuras vinculadas a Harry Potter a distanciarse de la saga y de los dichos de la autora. Entre los más prominentes se encuentran:

Daniel Radcliffe (“Harry Potter”)
En el año 2020 -poco después de los primeros tuits polémicos de Rowling sobre personas trans- Radcliffe publicó una carta abierta a través de The Trevor Project (ONG de apoyo a jóvenes LGBTIQ+):
“Las mujeres trans son mujeres. Cualquier declaración en contra borra la identidad y dignidad de las personas trans y contradice los consejos de organizaciones profesionales de la salud”.
El actor mencionó que sentía que debía intervenir porque muchos fans de Harry Potter se habían sentido heridos por su propia autora. Aclaró que no quería directamente “pelear con Rowling”, pero sí proteger el vínculo emocional de los lectores con la saga. Después de este hecho, su vínculo con Rowling se cortó por completo.

Emma Wattson (“Hermione Granger”)
En 2020 y 2021 declaró su apoyo a las personas trans y promovió organizaciones que trabajan con ellas, reaccionado en redes sociales directamente a las declaraciones incendiarias de Rowling.
“Las personas trans son quienes dicen ser y merecen vivir sus vidas sin ser constantemente cuestionadas o decirles que no son quienes dicen ser”.
En 2022, en los BAFTA Awards, improvisó una frase polémica al recibir un premio: “Yo estoy aquí por todas las brujas”, lo que fue interpretado directamente como un guiño hacia la exclusión de las mujeres trans y en contra del posicionamiento de J.K. Rowling.

Rupert Grint (“Ron Wesley”)
Escribió una carta para el TIMES en la que se posicionaba a favor de las personas trans.
“Las personas trans son personas. Estoy firmemente de su lado y apoyo plenamente su derecho a vivir con amor y sin ser juzgadas”.
Luego, en entrevistas, reconoció la tensión de “haber crecido con Rowling como figura clave” y al mismo tiempo rechazar sus posturas ideológicas. Su relación con la autora también se ha deteriorado por completo.
Imágenes obtenidas de “Wikimedia Commons”
Un fandom diverso, pero dividido por la autora: cómo Rowling es un obstáculo para la serie
El fenómeno de Harry Potter ha sido, desde finales de los noventa, uno de los fandoms más amplios, diversos y leales de la cultura popular. Sin embargo, en los últimos años esa comunidad se ha visto profundamente fracturada debido a las posturas antes mencionadas de J.K. Rowling. El estreno del videojuego Hogwarts Legacy en 2023 fue una prueba clara de la división que puede provocar su figura: mientras millones de jugadores celebraban la posibilidad de explorar el mundo mágico en un entorno interactivo, un sector considerable del fandom llamó abiertamente a boicotear el producto por la asociación inevitable con la autora.

Según reportó The Guardian y otros medios especializados en cultura digital, la controversia se intensificó en redes sociales, donde hashtags como #BoycottHogwartsLegacy y #TransRightsAreHumanRights se volvieron tendencia en X. Activistas trans y seguidores críticos con Rowling argumentaban que comprar y consumir el juego implicaba financiar indirectamente a la autora, a pesar de que no participó en el desarrollo creativo del título. Incluso, se generaron listas negras en Twitch y foros de videojuegos para identificar a quienes transmitían, jugaban o analizaban públicamente al título, lo que provocó debates sobre el acoso y la libertad de consumo. El hecho fue tan agresivo, que programas y medios como SkillUp, Kotaku y Polygon decidieron no realizar una reseña del mismo.
Al mismo tiempo, la reacción del público fue masiva. Hogwarts Legacy se convirtió en uno de los videojuegos más vendidos del año, alcanzando más de 22 millones de copias a nivel mundial en 2023, según datos de Warner Bros. Discovery citados por Variety. Para muchos fanáticos, la obra de Rowling se había -en esta caso- logrado independizar de su autora: podían amar el universo de Harry Potter sin compartir sus posturas personales. Esta visión fue defendida abiertamente por influencers, youtubers y comunidades online que argumentaban que “el fandom le pertenece a los fans”, no exclusivamente a su creadora.
El resultado final fue un quiebre aún más visible dentro de la comunidad. Por un lado, un sector fiel que sigue apoyando todo lo relacionado con el Mundo Mágico y que vio en Hogwarts Legacy una celebración de su infancia y un refugio cultural. Por el otro, un grupo que no está dispuesto a consumir ningún producto relacionado con o vinculado directamente o indirectamente con Rowling, buscando crear espacios alternativos de fanfiction, foros y comunidades de rol que se desvinculen de la autora. Este choque ideológico mantiene encendida la discusión en redes sociales, y anticipa para muchos que la recepción de la nueva serie de HBO estará inevitablemente atravesada por esta fractura interna del fandom.
En este escenario, Juan Pérez argumenta que Warner Bros. enfrenta un dilema central: no solo debe hacer frente a las críticas hacia Rowling y sus posturas, sino también a un público dividido entre quienes están dispuestos a separar a la autora de la obra y quienes consideran imposible disfrutar de Harry Potter sin enfrentar las consecuencias éticas de apoyar a Rowling. En otras palabras, las posturas anti-LGBT de la escritora han resquebrajado a una fanaticada compuesta por grupos amplios, diversos y progresistas. Según el experto, esta fractura dentro de dichos colectivos puede provocar que, “numéricamente”, se genere una caída considerable en redes sociales y en espacios específicos del fandom, lo que supondría un problema grave para la expansión de la publicidad, el marketing y la buena fe en torno a la serie.