
El testimonio de uno de los hinchas azules que estuvo la noche del 20 de agosto en el estadio Libertadores de América, refleja la realidad en torno a la falta de protocolos previos, durante y posteriores al conflicto entre barras bravas de Universidad de Chile e Independiente.
Lo que parecía ser una velada que traía consigo promesas de buen fútbol, acabó en barbarie luego de que los hinchas de Universidad de Chile e Independiente de Avellaneda, quienes se enfrentaban por un cupo a los cuartos de final de la Copa Sudamericana, protagonizaran disturbios y enfrentamientos en la galería principal. Al verse disminuidos por los hinchas locales, fanáticos del cuadro chileno terminaron heridos, inconscientes y detenidos.
Pese a que existen múltiples versiones de lo ocurrido, la más confiable apunta a que un específico número de seguidores de la “U” comenzaron a lanzar piedras y bombas de estruendo a los locales. Tras peticiones de desalojo y cuando quedaban cerca de 30 hinchas azules; quienes se hacen llamar Los Dueños de Avellaneda (LDDA) ingresaron al palco visitante para hacer justicia por mano propia. Esto, luego del prácticamente nulo trabajo de las fuerzas encargadas del orden en el recinto.
Relato presencial: un hincha que salió para contarlo
Se dice que avisaron por altoparlante repetidas veces para que la fanaticada del ´romántico viajero´ abandonaran el estadio. Sin embargo, según el testimonio de Benjamín Henríquez, joven aficionado de 21 años e hincha acérrimo del cuadro universitario laico, asegura que ya sea por el ruido del lugar, o por el volumen de los aparatos de sonido, el aviso sólo se escuchó una vez.
De todas maneras, decidió junto a su familia hacer caso a ese puntual aviso por temor a lo que podía suceder después. Por lo ocurrido posteriormente, atestiguó que fue una buena decisión. Pese a ser uno de los primeros grupos de hinchas en salir del recinto, pudo visualizar cómo las fuerzas de seguridad que se suponía, debían estar conteniendo la situación al interior, grababan y se reían al ver los desmanes provocados por los hinchas locales.
“No sé si habrá sido por la adrenalina, pero fue más que nada la desesperación de que hay que irse de acá luego. Fue eso más que miedo, porque no pensaba que iba a terminar en algo tan grave”, aclaró Henríquez luego de hacerse paso entre el tumulto de gente.
Falta de protocolos: el principal culpable
Aunque como se mencionaba anteriormente, existen varias versiones sobre quién inició el conflicto, la mayoría coincide en que el más grande error lo cometieron las autoridades del club local, en colaboración con la seguridad de la Provincia de Buenos Aires. El medio argentino Doble Amarilla, liberó los documentos que la Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL) le hizo llegar a los organizadores, aclarando que se planteaba la conveniencia de que no existiera público en la tribuna inferior. Cabe recordar que desde esa tribuna, los hinchas de Independiente comenzaron a subir hacia la galería dónde ocurrieron gran parte de los incidentes.

Una noche que saca a relucir lo peor del gran problema con las barras bravas que ha aquejado al fútbol sudamericano en el último tiempo. Se posiciona entre los primeros lugares de los múltiples casos similares que se han vivido en los estadios de fútbol, recintos que lentamente pasan de ser un sitio de disfrute y encuentro, a un peligro local.
